Uno de los últimos ejemplares de la prestigiosa revista de medicina The Lancet ofrece a sus lectores una actualización de la serie especial de artículos sobre desarrollo infantil que fue publicada por esta misma revista en 2007. Los artículos de The Lancet publicados en 2007 fueron muy efectivos para elevar la atención que ha recibido el tema entre investigadores y tomadores de decisión en la esfera de la política pública. Se anticipa que esta nueva serie contribuirá, igualmente, a fortalecer la discusión sobre el tema.
Una de las contribuciones principales de esta nueva serie de artículos es que actualiza la revisión de la literatura científica que había presentado hace cuatro años con el fin identificar una lista más extensa de los factores de riesgo que coartan la posibilidad de los niños de desarrollar su potencial. Además, este artículo también propone dos factores protectores que pueden reducir los efectos que estos riesgos tienen sobre los niños: la lactancia materna y la educación de las madres.
La siguiente reflexión a raíz de las conclusiones del artículo antes mencionadas surge de mi experiencia como mujer y mamá. Esta evidencia no hace sino, una vez más, destacar el papel importante que jugamos las mujeres en la construcción del bienestar de nuestras sociedades. Sin embargo, estas “contribuciones” que hacemos las mujeres, no sólo son con frecuencia poco valoradas en nuestras sociedades, sino que además hasta pueden resultar “costosas”, en términos individuales, para las propias mujeres.
Pensemos por ejemplo en la lactancia materna. Nadie discute las bondades de cumplir con la lactancia materna exclusiva que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante los primeros meses de vida de un niño. Sin embargo: ¿qué apoyo o incentivos reciben las madres para asumir esa tarea que recae exclusivamente en su tiempo y en su energía, de parte de sus parejas, de sus familias, de sus empleadores, o de sus comunidades? Lamentablemente, en nuestra región todavía son muy escasos esos apoyo.
La teoría económica predice que cuando algo produce beneficios públicos pero resulta en costos individuales, se produce demasiado poco de aquello (o menos de lo que sería ideal u óptimo socialmente). De ahí que tal vez no nos debería sorprender del todo que en Latinoamérica estemos “produciendo” demasiado poco de estos factores protectores que pueden mitigar las consecuencias de los riesgos a los cuales se encuentran expuestos nuestros niños más pequeños: según los datos más recientes que puede encontrar, únicamente un 45% de los niños latinoamericanos cumplen con la recomendación de seis meses de lactancia exclusiva de la OMS (aunque parecería que esta cifra viene aumentando desde los años 90 en la región).
El abordar con seriedad el tema del desarrollo infantil pasa necesariamente por pensar en el bienestar de las madres, en la importancia de invertir en su educación, de valorar adecuadamente las contribuciones que ellas están dispuestas a hacer por el bienestar de sus hijos y de sus comunidades y en apoyarlas en esa tarea.
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