Por Raquel Bernal
El 21 de Febrero de 2011 se lanzó en Colombia la estrategia nacional de atención a la primera infancia “De Cero a Siempre”. La estrategia está concebida para lograr una cobertura de servicios de mayor calidad y no necesariamente para incrementar la cobertura que ya existe, al menos en el corto plazo, según los datos de financiación establecidos en el Plan Nacional de Desarrollo. El énfasis de la estrategia es lograr una atención verdaderamente integral para los niños y niñas en Colombia que incluya desarrollo físico, desarrollo cognitivo y socio emocional, saneamiento y derechos.
En el último año, el esfuerzo se ha enfocado en el diseño de la Estrategia como tal, tarea que ha estado a cargo de la Alta Consejería para Programas Especiales desde la Presidencia de la República a través de un comité inter-sectorial que se conformó con el propósito de acompañar el proceso de diseño e implementación de la política. El comité está conformado por una gran variedad de instituciones que incluyen (pero no exclusivamente) el Ministerio de Salud, el Departamento de Planeación Nacional, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar que es el ente que ha estado encargado del servicio a la primera infancia en Colombia, Ministerio de Educación, Ministerio de Cultura y la Registraduría Nacional.
La Estrategia consiste en un mapa de ruta bastante detallado que se podría describir como una matriz de servicios en un eje y rangos de edad del niño en otro eje. Los servicios por cada rango de edad deben garantizar una atención integral en todas las áreas del desarrollo mencionadas. Aparte de establecer una coordinación más adecuada entre sectores para garantizar que todas las áreas del desarrollo saludable sean cubiertas por servicios pertinentes, la Estrategia también tiene un gran énfasis en aseguramiento de la calidad de dichos servicios. Por ejemplo, se plantea una transición de la modalidad de hogares comunitarios que actualmente sirve cerca de 800 mil niños en condiciones de vulnerabilidad socioeconómica en el país a través de atención en hogares de familia, a una modalidad de centros de atención para grupos de 300 niños con infraestructura apropiada y personal debidamente calificado.
En su esencia, el diseño de la estrategia está bien planteado. Sin embargo, el desafío de traducirla en un conjunto de acciones concretas no es menor. Por ejemplo, la estrategia plantea hasta 21 servicios diferentes dentro del paquete de atención dependiendo de los rangos de edad. Y rangos de edad que pueden ser de apenas 3 meses por intervalo. Eso implica una estrategia compleja, difícil de monitorear y sobre todo, difícil de coordinar entre sectores.
En un documento reciente, mi colega Adriana Camacho y yo recomendamos una propuesta que consiste en 5 dimensiones de atención en intervalos de aproximadamente un año por edad del niño, y un conjunto de entre uno y tres servicios por dimensión máximo. Por ejemplo, en el caso de desarrollo cognitivo se sugieren programas de estimulación temprana y capacitación a padres de familia en el hogar para niños menores de 2.5 a 3 años, y programas de atención en centro a niños mayores.
El éxito de la estrategia depende crucialmente de la inter-sectorialidad efectiva. Esto es difícil por sí, pero en este caso ha sido, en mi opinión, más complejo porque el comité no está liderado por una institución de carácter ministerial que tenga un mandato histórico en el tema de la atención a la primera infancia. De esta manera, carece de la legitimidad e institucionalidad necesaria para que todas las instituciones participantes sientan la necesidad de rendir cuentas y participar de manera activa y eficiente, y limita las posibilidades de sostenibilidad de esta política más allá de esta administración.
Finalmente, la transformación y modernización de los servicios que actualmente se ofrecen está muy limitada por la capacidad de oferta del país. Por ejemplo, atender a 1.2 millones de niños vulnerables mayores de 3 en centros de atención infantil requeriría cerca de 74,000 profesionales en licenciaturas de educación inicial y primera infancia. Se estima que en la actualidad se gradúan tan solo cerca de 7,500 licenciados o profesionales en áreas afines a la educación cada año. De otra parte, hay cerca de 60 mil madres comunitarias sin las capacitaciones indispensables para la atención integral pero que muy seguramente será necesario incorporar de alguna manera plausible al proceso de cualificación de la atención.
Es loable el esfuerzo importante que ha hecho el país en términos institucionales y financieros para mejorar la situación de los niños durante esta administración. El plan es ambicioso, lo cual puede resultar ser un arma de doble filo, pero definitivamente está cargado de buenas intenciones. Tenemos aún por ver cómo será la transición del diseño a la implementación para verificar si algunas de estas preocupaciones son relevantes o no.
Raquel Bernal es Profesora Asociada de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, en donde además dirige el Centro de Estudios de Desarrollo Económico. Se ha destacado por su investigación en temas relacionados al desarrollo infantil. Recientemente recibió el prestigioso premio Juan Luis Londoño, con el cual Colombia reconoce las contribuciones de economistas jóvenes a los temas de política social.
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