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Hace poco revisaba algunas cifras sobre el personal que se encarga de atender a los niños en los servicios de cuidado públicos de Perú y Ecuador. Observaba que la cuidadora media tiene apenas un año de antigüedad en Perú y un año y medio en Ecuador. En otras palabras, los servicios de cuidado infantil sufren de un altísimo grado de rotación de su personal.

Me comentaban en Perú, por ejemplo, que en un año ¡pueden llegar a cambiar hasta el 30% de las cuidadoras que trabajan para el programa! Sorprendentemente estas cifras no difieren mucho de las de otros países. La rotación del personal es un desafío grave para los servicios de desarrollo infantil temprano a nivel mundial. Pero ¿por qué fluctúan tanto estas trabajadoras (que son mayoritariamente mujeres)?

Las posibles causas

  1. Los bajos salarios
  2. La poca estabilidad laboral
  3. La falta de beneficios amparados por la ley
  4. Las escasas oportunidades de crecimiento profesional

Por ejemplo, una de nuestras publicaciones, Panorama sobre los servicios de desarrollo infantil temprano en América Latina y el Caribe, documenta que en uno de cada cinco servicios de cuidado infantil de la región, el personal que se encarga de la atención de los niños no tiene una relación de empleo formal con el centro para el cual trabaja.

Los cambios frecuentes en el personal de los programas de desarrollo infantil temprano constituyen, en sí mismos, una amenaza a la calidad de éstos. Expertos en desarrollo infantil repiten que un elemento clave para el establecimiento de rutinas y relaciones de apego en los bebés y párvulos es la continuidad en la presencia de la persona que se encarga del niño. Esto tiene sentido. A un adulto le toma tiempo conocer al niño y entender las señales a través de las cuales expresa sus necesidades y deseos. Pero aún más importante: el niño requiere de estabilidad en la presencia de ese adulto para sentirse seguro y tranquilo.

Además del valor que tiene la continuidad del personal encargado de la atención de los niños, hay otras razones por las cuales preocupa la gran rotación de personal. Una de ellas es que todos los esfuerzos de entrenamiento en el trabajo que llevan adelante los programas tienen retornos muy limitados si es que el personal que recibe estas capacitaciones abandona enseguida el servicio. Este es un problema muy serio, en particular porque muchos servicios de cuidado infantil en América Latina y el Caribe ven la inversión en entrenamiento de su personal como una de las principales vías para construir competencias y mejorar calidad en las dimensiones más difíciles de lograr, los procesos o interacciones adulto-niño.

Posibles soluciones, o no

En este contexto, leí un artículo muy interesante en la revista Developmental Psychology. Se trata de la evaluación de un proyecto que trabajó con cuidadoras de 65 centros que atienden a niños de bajos recursos de 2 y 3 años de edad en Estados Unidos y que se enfrentan a diario con altos niveles de rotación de su personal.

El proyecto implementó un programa de entrenamiento para las cuidadoras que enfatizaba prácticas pedagógicas responsivas, con una fuerte base en la sensibilidad y el apego, así como un currículo integral con énfasis en aspectos de lenguaje, lectura y matemática tempranas, y temas socio emocionales.

Tres elementos me sorprendieron positivamente del diseño del programa:

  1. Hubo un  énfasis en que los capacitadores tuvieran cualificaciones profesionales adecuadas (mínimo una licenciatura y en la mayoría de los casos también estudios de post grado) y que cada capacitador trabajara con no más de 3-4 cuidadores.
  2. La intervención fue intensiva y de alta frecuencia y se entregó a través de varios instrumentos: talleres grupales pero también tutoría individual en el centro de cuidado usando observación, videos, retroalimentación y modelaje de diferentes estrategias de enseñanza y de interacciones.
  3. Los capacitadores estaban bien remunerados y además, los cuidadores recibieron un pago por su participación en este entrenamiento dado que éste requería un compromiso de tiempo importante de su parte.

La presencia de este esfuerzo de capacitación no revirtió la rotación de personal de los centros que participaron en el estudio. El 43% de las aulas del estudio experimentaron cambios del personal encargado de los niños (cuidadoras) durante el transcurso del proyecto. En otras palabras, la capacitación con incentivos, por sí sola, fue insuficiente para retener al personal.

No obstante, la evaluación de impacto experimental de este proyecto refleja resultados importantes. Al ser evaluados, los niños asignados a la intervención obtuvieron puntajes más altos en las dimensiones socio-emocionales del desarrollo que los niños con quienes los compararon. La presencia documentada de interacciones adulto-niño de mayor calidad sugiere que este fue el mecanismo a través del cual operó el impacto. Los investigadores no encontraron impactos significativos de esta intervención sobre dimensiones cognitivas del desarrollo.

Me llevo dos mensajes de esta lectura. Uno alentador: los programas de entrenamiento de cuidadores y maestros de párvulos pueden ser efectivos para mejorar la calidad de los servicios y el desarrollo de los niños. Y otro de alerta: parecería que la alta rotación del personal de estos servicios hace que el nivel de intensidad, frecuencia y calidad de estos entrenamientos deba ser muy, muy alto para que estos sean efectivos.

¿Cuál es tu experiencia con las maestras del centro de tus niños? ¿Conoces posibles soluciones? Cuéntanos en Twitter o en la sección de comentarios abajo.

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Maestra nueva, ¿otra vez hubo cambios en el centro de tu hijo?
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