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Por María Caridad Araujo.



En el día internacional para la erradicación de la pobreza, queremos reflexionar sobre la necesidad de fortalecer las competencias de los padres y las madres, sobre todo de aquellos que viven en situación de pobreza. En la región existen múltiples programas y servicios que usan diferentes enfoques con el fin de apoyar a las familias, en particular, a aquellas de estratos socioeconómicos más pobres en la crianza de sus hijos y la promoción del desarrollo. Ahora bien, Sendhil Mullainathan, uno de los economistas jóvenes más destacados en el mundo por su investigación innovadora en la economía del comportamiento, nos plantea una reflexión provocadora al respecto.

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En un artículo, Sendhil comenta sobre lo complejo que resulta quienes viven en situación de pobreza el ser buenos padres, precisamente porque la pobreza también se manifiesta en una menor disponibilidad de recursos síquicos:

“No existe una formula sobre cómo criar a los chicos y probablemente nunca la habrá. La ciencia nos dice cómo no hay que criarlos. No hay que ser distraídos. No hay que ser inconsistentes. No hay que estar desvinculados. No hay que ofrecerles ambientes intelectualmente pobres. La ciencia no solo establece lo que no se debe hacer. Desafortunadamente, también establece algo más: que los padres de ingresos bajos tienen una mayor probabilidad de hacer las cosas que no se deben hacer. Sabemos que los resultados de los niños que nacen en hogares pobres son, en promedio, peores. Y parecería que el culpable de esto es el comportamiento de los padres de bajos ingresos… Ser buenos padres requiere de buenos recursos síquicos. Deben tomarse decisiones complejas. Hay momentos en los cuales es necesario hacer sacrificios. Esto es difícil para cualquier persona, independientemente de su nivel de ingreso: todos tenemos reservas limitadas de auto control, de atención y de otros recursos síquicos”.

Pero ¿qué son los recursos síquicos?

Se trata de las habilidades cognitivas que permiten al cerebro resolver los problemas que se presentan en la vida diaria. La hipótesis que demuestra Sendhil en su trabajo es que las personas que viven en situación de pobreza, al tener que ocupar gran parte de sus recursos síquicos en resolver los problemas de supervivencia asociados a sus necesidades, tienen menos recursos disponibles para usarlos en otras tareas, como por ejemplo, tomar decisiones sobre la crianza de sus hijos.

La magnitud de este déficit de recursos síquicos no es despreciable. Los mismos investigadores que desarrollaron estos conceptos proponen algunas de las implicaciones de política que éstos tienen. Específicamente, los programas y servicios públicos no deberían imponer costos cognitivos adicionales sobre los las personas de escasos recursos, por ejemplo, mediante tareas como realizar trámites, cumplir con requisitos complejos, o llenar formularios largos.

Con relación a los programas y servicios de desarrollo infantil, las reflexiones de la economía del comportamiento nos llevan a pensar también en cómo los currículos y modelos pedagógicos que se usan para el trabajo con padres pueden hacer el mejor uso de los escasos recursos síquicos con que éstos cuentan. Es decir, no se trata solo de transmitir conocimientos e información, de entregar material y folletos, de demostrar juegos, leer cuentos y enseñar canciones. Es igualmente importante pensar cuidadosamente el cómo se realizan estas actividades con las familias y en particular tener en cuenta qué recursos (síquicos y de otra índole: tiempo, dinero, desplazamiento, trabajo, etc.)  demandan estos programas de las familias a quienes van dirigidos.

Los economistas del comportamiento nos invitan a una reflexión importante sobre nuestro trabajo. Nos llevan a plantearnos qué aspectos de la implementación de los programas -frecuencia, intensidad, horarios, requisitos de elegibilidad, aportes en tiempo o en trabajo que se requiere de las familias, por nombrar solo algunos- podrían simplificarse para no agotar los recursos síquicos escasos con los que cuentan las familias que reciben estos servicios.

Por cierto, para quienes tengan interés en conocer más sobre el trabajo de Sendhil y cómo la economía del comportamiento está cambiando la forma de entender la pobreza, les recomiendo esta excelente entrevista preparada por la Universidad de los Andes en este video.

 

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