El Paraguay es un país bilingüe, cuyas lenguas oficiales son el guaraní y el castellano. Según datos de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos del país, entre los años 2009 y 2013 hubo una disminución del 7% de la población monolingüe guaraní y un aumento del 1% de población monolingüe castellano. Al mismo tiempo, se incrementó la población bilingüe en un 6,5%. Una leyenda urbana señala que hablar a los niños en guaraní, lengua materna de muchos paraguayos, causa retraso en el aprendizaje del castellano. ¿Qué hay de cierto en esa afirmación?
Nada. El bilingüismo desde la primera infancia reporta no solo beneficios prácticos sino también cerebrales, que van mucho más allá del lenguaje.
Reconociendo la importancia cultural del guaraní para el Paraguay, la Constitución garantiza que los niños recibirán educación formal en su lengua materna y que ambos idiomas, el guaraní y el castellano, se impartirán igualmente en conocimiento y empleo.
Más allá de la escuela, el hogar
Más allá de la escuela, el hogar es de vital importancia para la formación bilingüe de los niños, que desde años preescolares se ven expuestos a la convivencia con el castellano, al iniciarse el proceso de socialización escolar.
Un artículo muy interesante del New York Times plantea que “ser bilingüe te hace más inteligente”. El material afirma que hablar dos idiomas puede mejorar las habilidades cognitivas, prevenir enfermedades mentales como la demencia senil, mejorar la concentración, recordar información y aprender otras lenguas más fácilmente. Lo que afecta la fluidez del lenguaje, así como el número y variedad de palabras que aprende el niño en la primera infancia, no tiene que ver con ser monolingüe o bilingüe, sino más bien con la calidad de la educación preescolar y escolar, el estatus socioeconómico y los hábitos de escritura y lectura desde pequeño.
La lengua materna y el bilingüismo
La evidencia sugiere que los padres y madres deben hablar al niño en su lengua materna. Las personas adultas tienen mayor fluidez, mejor expresión, gramática y riqueza de vocabulario en su primera lengua. Otra duda muy común es cuándo iniciar la exposición del niño a más de un idioma. Los expertos dicen que esto se debe dar desde el nacimiento ya que el cerebro de los niños puede absorber un número ilimitado de idiomas e incluso diferenciarlos a partir de los tres meses.
Teniendo todas estas investigaciones en cuenta, ¿cómo se cría un hijo que hable varios idiomas manteniendo la lengua materna y, al mismo tiempo, posibilitando que el niño sea bilingüe o multilingüe? Hay muchas teorías al respecto, pero aquí citamos algunos puntos que pueden ayudarte.
- Por lo menos el 20% de la comunicación diaria del niño debe ser en la lengua materna. Es decir, el 20% del tiempo que el niño está despierto en un día, debe recibir estímulos en esa lengua.
- Los niños deben estar expuestos a la lengua desde el nacimiento, para así aprovechar la plasticidad de su cerebro en la primera infancia.
- La mejor forma de aprender un idioma es a base de diálogo, de preguntas y respuestas, de prueba y error y de autocorrección. Mientras más personales e interactivos sean los intercambios, mejor.
- No presionar al niño si no quiere hablar una de las lenguas.
- No corregir constantemente los errores que comete al hablar.
- Si se corrige, hacerlo con modelos. Es decir, a una oración incorrecta del niño, es mejor responder usando la estructura y el vocabulario correctos, en lugar de reprenderlo.
Estos puntos se pueden aplicar a cualquier idioma, incluso a idiomas tan distintos como son el castellano y el guaraní en Paraguay. Quizá si más padres y madres siguieran estos pasos, muchas de las lenguas nativas de la región podrían mantenerse vivas.
¿Tienes experiencia criando niños bilingües? Cuéntanos tu secreto en la sección de comentarios abajo, o en Twitter.
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