Por Florencia López-Boo.
La desigualdad es uno de los mayores desafíos de América Latina. Hemos hablado de este tema varias veces y desde varios ángulos en este Blog. La desigualdad perpetúa la pobreza y, como dice el economista británico Tony Atkinson , la desigualdad de los ingresos, la riqueza o la educación en una generación lleva a la desigualdad de oportunidades en la próxima generación.
Un artículo interesantísimo publicado recientemente muestra que la desigualdad es uno de los determinantes del estilo de crianza. En economías o entornos donde la desigualdad es alta, las probabilidades de ser extremadamente rico o extremadamente pobre son más altas que en economías más igualitarias y donde hay más personas de ingresos similares. Específicamente, los autores encuentran que los padres se relajan más y son más permisivos en entornos de baja desigualdad, donde las posibilidades de terminar mendigando en las calles o siendo multimillonarios son bajas.
Por el contrario, en entornos más desiguales (donde los retornos a mayores niveles de educación y esfuerzo son altos), los padres (¡particularmente los más educados!) están más ansiosos y tienden a llevar a sus hijos a todo tipo de actividades que aumenten sus chances de éxito en el mercado laboral en el futuro. Es que los padres con un estilo de crianza más estricto o controlador sienten que pueden influir en qué lugar de la distribución de los ingresos caerá su hijo al crecer.
Los autores definen tres estilos de crianza en su artículo:
- Relajado o permisivo: Son los padres y madres que dejan a sus hijos elegir libremente sus actividades según sus inclinaciones naturales.
- Autoritario leve: Es aquel padre o madre que trata de moldear las preferencias de sus hijos con el objetivo de inducir decisiones que ven como propicias para el éxito futuro (como los “hiper-padres”)
- Autoritario alto: Es el estilo en el que los padres restringen directamente las opciones de sus niños, es decir, les imponen directamente sus preferencias en lugar de intentar moldear a sus niños como en el estilo autoritario leve.
Los autores de este estudio argumentan que la tendencia histórica en los estilos de crianza muestra una disminución del enfoque autoritario debido al incremento en los retornos económicos a la independencia. De hecho, datos de EEUU muestran un estilo de crianza más relajado y permisivo en la época de la post-guerra que es justamente la de menor desigualdad económica.
Sin embargo, las brechas entre ricos y pobres aumentaron nuevamente en todo el mundo (el libro de Piketty habla sobre el caso de EEUU) y los estilos de crianza volvieron a ser más autoritarios e intrusivos. Por ejemplo, a pesar de que los padres estadounidenses ahora trabajan más horas que en el pasado, las horas que dedican al cuidado de sus hijos ha aumentado enormemente desde la década de 1980.
Todos estos datos me recuerdan a otros artículos publicados en este blog en los que se muestran casos de EEUU y de la región que evidencian que son justamente los padres pobres o más vulnerables o marginalizados económicamente los que muestran actitudes más hostiles e intrusivas con sus hijos, tal como en las sociedades ancestrales.
Si las actitudes, creencias y preferencias en cuanto a la crianza dependen de la desigualdad del entorno donde se vive, no es sorprendente entonces que los niveles de desarrollo infantil también presenten gradientes socioeconómicos más pronunciados en sociedades altamente desiguales.
¿Cuál es el estilo de crianza en tu país, más bien intrusivo o relajado? ¿Crees que esto está relacionado con el nivel de desigualdad? Comparte tus comentarios en la sección de abajo o en Twitter.
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Florencia López-Boo es economista senior en protección social en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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