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Por Florencia López-Boo y Jane Leer.

A pesar de la creciente evidencia sobre los beneficios de los programas de visitas domiciliarias en cuanto al fortalecimiento de las prácticas parentales, sabemos relativamente poco sobre los factores detrás de este impacto. Escasos estudios han revisado los factores que determinan la calidad y fidelidad de la implementación. Esto se debe, en gran parte, a la falta de instrumentos y, sobretodo, de mecanismos de supervisión y monitoreo que faciliten la recolección de datos de una forma sistemática y frecuente en este tipo de programas.

¿Por qué es importante esta información?

Además de ser necesario y útil explorar la “caja negra” de los programas con el fin de identificar los procesos e interacciones que ocurren entre el personal, las madres y los niños durante las visitas; desde el punto de vista programático, esta información puede ser utilizada para capacitar al personal e informar el fortalecimiento continuo de un programa. A nivel de políticas, los datos sobre la calidad y fidelidad de la implementación son indispensables para facilitar la réplica de los programas exitosos.

Una nueva publicación “Panorama de la calidad de siete programas de visitas domiciliarias en América Latina y el Caribe presenta justamente  una fotografía de la calidad de las visitas domiciliarias en siete países cuyos programas abarcan una cantidad considerable de niños. Entre mayo y julio del 2014, visitamos programas de visitas domiciliarias que trabajan a mediana o gran escala con el objetivo de pilotear un instrumento de observación diseñado para medir la calidad de las visitas domiciliarias en programas públicos de primera infancia.

Tres de estos programas fueron implementados a nivel nacional: Cuna Más en Perú,  Creciendo con Nuestros Hijos (CNH) en Ecuador, y el Programa de Acompañamiento a la Política de Primera Infancia (PAIPPI) en Nicaragua; tres a nivel regional: Programa Primeira Infancia Melhor (PIM) en Rio Grande do Sul (Brazil), The Home Visit Program en Kingston y Saint Andrews (Jamaica), y Atención Integral de la Niñez con Participación Comunitaria (AIN-C) en Panamá, mientras un programa era implementado a nivel municipal por la ONG “Consejo de Salud Rural Andino” en el municipio de El Alto, Bolivia.

¿Cómo medir la calidad de una visita domiciliaria?

Esta pregunta no tiene una respuesta fácil, y una reciente nota del BID realiza una revisión de la literatura al respecto. En el caso del presente estudio, nos enfocamos en dos aspectos de la calidad: (1) el contenido de la visita (las actividades que se hacen con la familia), y (2) la calidad de las interacciones entre la visitadora y la familia.

El instrumento que usamos es una lista observacional de 31 ítems que abarcan los siguientes aspectos:

  • La revisión de la visita anterior (por ejemplo, si la visitadora pregunta acerca de las actividades aprendidas durante la visita anterior).
  • Las actividades de estimulación (incluyendo la explicación de la actividad y su objetivo, la demostración, la práctica cuidadora/niño y la retroalimentación).
  • La relación entre la visitadora y la cuidadora (si la visitadora escucha, responde, anima, y motiva a la cuidadora).
  • La relación entre la visitadora y el niño (si presta atención al niño, le felicita y motiva, entre otros).
  • La participación activa de la cuidadora y el niño.

¿Qué encontramos? 

En general, observamos una muy buena relación entre las visitadoras y las familias y una participación activa de los cuidadores y los niños. Sin embargo, pocas visitadoras explican la importancia de las actividades de estimulación para el desarrollo del niño. Muchas veces no tienen los materiales, y hacen poco para fomentar el diálogo significativo y la retroalimentación con la madre. Tampoco demuestran  adecuadamente las actividades o comportamiento deseado. De la misma forma, sólo un tercio de las visitadoras observadas hicieron hincapié en el desarrollo del lenguaje durante toda la visita.

Es importante destacar que estos resultados no son generalizables (la muestra es pequeña y no fue seleccionada aleatoriamente). Sin embargo, nos da una pista sobre las áreas en las cuales los programas requieren mayor esfuerzo para que su implementación sea eficaz. Este estudio también nos sirve como un piloto del instrumento y el tipo de dominios que deben ser monitoreados en un programa de visitas domiciliarias con el fin de garantizar la calidad de la ejecución.

¿Sabes de otros métodos para medir la calidad de las visitas domiciliarias? ¿Qué tipo de métodos están usando para apoyar y capacitar a visitadoras en programas de este tipo? ¿O para determinar los componentes más esenciales de un programa? Comparte con nosotros en la sección de comentarios abajo o mencionando a @BIDgente en Twitter.

Florencia López-Boo es economista sénior en protección social en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.

Jane Leer es Especialista en investigación en Save the Children.

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Una fotografía de la calidad de siete programas de visitas domiciliarias
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