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Por Francisco Ochoa.
La familia Gomes* vive en una isla del litoral de Paraná, en Brasil, a más de una hora en barco del municipio de Guaraqueçaba y de la mayoría de los servicios básicos como los de salud. La familia esta integrada por diez personas incluyendo niños, adolescentes y adultos, que viven en una casa de apenas dos cuartos, en condiciones de precariedad. Aunque la madre, embarazada, requiere periódicamente de controles prenatales y uno de los adultos padece diabetes, las visitas de los equipos de salud llegan solamente una vez al mes, cuando el clima y la logística lo permiten.
Esta situación no es atípica en la región, que incluye 25 islas donde viven más de mil personas. Paraná, de casi la misma superficie que el Reino Unido, cuenta con más de un millón y medio de personas que viven en zonas rurales, muchas veces remotas. La tasa de pobreza extrema en estas zonas casi duplica a la de zonas urbanas (4.26% y 2.31% respectivamente).
El acompañamiento de salud para las familias que viven en zonas rurales es siempre desafiante debido a las grandes distancias y, en muchos casos, a las dificultades de acceso. Aunque Paraná tiene una amplia red de 1800 unidades básicas de salud con equipos multiprofesionales, que cubren aproximadamente al 63% de la población, están ubicadas mayormente en zonas semiurbanas y los recursos de los municipios de grandes extensiones son limitados para llegar a familias que viven, por ejemplo, a más de 70 kilómetros de distancia por caminos de tierra o a una hora en barco. Existe, por lo tanto, una deuda histórica con las familias rurales.
Tres instrumentos para mejorar la cobertura de salud de las familias
Pensando en esta situación, en 2012 se creó el Programa Familia Paranaense (FP), una estrategia multisectorial de acompañamiento de salud, educación y asistencia social para las familias más vulnerables, especialmente en los 156 municipios con indicadores sociales más bajos. El programa consiste en que un profesional de referencia opera como articulador entre la familia y los servicios y los acompaña durante un período mínimo de dos años. La calidad y frecuencia del vínculo con el profesional de salud es fundamental. La estrategia del FP, inspirada en programas como Chile Solidario, consiste en conectar a las familias con los servicios existentes en su territorio para así agilizar su inserción social.

El programa se apoya en tres pilares:
1. Priorización de beneficiarios: el Índice de Vulnerabilidad de la Familia (IVF), construido a partir de bases de datos secundarias, permite identificar, antes de realizar el primer contacto, aquellos hogares con peores condiciones de vida y focalizar las acciones prioritariamente sobre ellos. De esta forma, el programa está “obligado” a llegar a los rincones más remotos donde vive una familia prioritaria según el IVF.
2. Búsqueda activa: una vez que las familias son identificadas, los agentes comunitarios de salud (ACS), junto con los equipos de asistencia social, visitan a las familias en mayor vulnerabilidad y pactan un plan de acción familiar, con metas específicas en salud. Así, por ejemplo, personas con una condición crónica de salud pasan a recibir visitas más frecuentes por parte de los agentes.
3. Incentivo financiero: los municipios prioritarios reciben hasta US$25.000 anuales para buscar y acompañar a las familias beneficiarias, además de capacitaciones y apoyo técnico por parte del programa. El monto del incentivo está condicionado al desempeño en el llamado “Índice de Adherencia”, que mide el grado de actualización del plano de acción familiar y el cumplimiento de las acciones previstas, entre otras.
Las familias que ya no son olvidadas
Una vez que las familias son incorporadas al FP, un equipo multidisciplinario es responsable de visitarlas periódicamente y proveerles servicios de salud, asistencia social y educación. El equipo se reúne en forma quincenal y actualiza el cumplimiento de las acciones acordadas. Para facilitar el alcance de metas, las familias reciben también una transferencia condicionada que complementa el recurso de Bolsa Familia, programa nacional de transferencias monetarias que requiere el cumplimiento de ciertas condiciones en salud y educación. Justamente, FP se ocupa de apoyar a los hogares en el cumplimiento de estos requisitos.

La estrategia del programa ha permitido incorporar a los servicios de salud a familias que hasta entonces eran “invisibles” o tenían dificultades para agendar y cumplir con una consulta de salud. Desde su lanzamiento, más de 20.000 familias de alta vulnerabilidad social han sido atendidas por los equipos locales.
De las familias que cumplieron acciones pactadas de salud y asistencia social, 71% mejoraron su IVF. El Programa ha permitido, además, aumentar los servicios de consulta especializados, como controles prenatales y consultas neurológicas en centros de alta complejidad, algo antes casi imposible para las familias rurales alejadas de los grandes centros urbanos.
Aunque queda mucho trabajo por hacer, este tipo de iniciativas demuestran que es posible cambiar la realidad de miles de familias, como los Gomes, que hasta ahora estaban olvidadas por los servicios de salud.
¿Qué estrategias innovadoras implementa tu país para llevar servicios de salud a regiones aisladas en el Amazonas, los Andes o en el Caribe? Cuéntanos en la sección de comentarios o mencionando a @BIDgente en Twitter.
*Nombre ficticio
Francisco Ochoa es especialista en Protección Social en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo en Brasil.
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