El escritor y dramaturgo irlandés Bernard Shaw célebremente dijo que “el problema más grande de la comunicación es la ilusión de que se ha llevado a cabo”. Si pensamos en la prevención y promoción de la salud, estas palabras resultan muy apropiadas. La entrevista clínica y, en general, cualquier interacción de un equipo de salud que incluya un componente o persiga algún fin educativo o de cambio de comportamiento con el paciente es, en esencia, un acto comunicativo. Pero no siempre es lo suficientemente profundo para lograr los resultados deseados. ¿Podemos apalancar las conversaciones sobre nuestra salud para mejorarla?
El primer paso es mejorar la adhesión al tratamiento
La carga de enfermedad a nivel global se ha desplazado hacia las enfermedades crónicas, que implican tratamientos prolongados y complejos. Mientras más largo y complicado un tratamiento, mayor es el riesgo de que los pacientes no sigan correctamente las indicaciones, interrumpan, abandonen o, incluso, nunca inicien sus tratamientos. La adherencia deficiente o subóptima ha sido señalada como uno de los factores de mayor riesgo para el control eficaz de las enfermedades crónicas. Abordarlas se ha convertido en el objetivo central de las políticas sanitarias a nivel global.
Existe amplia evidencia de que este tema es un factor crítico para lograr resultados en salud, por lo que deben preocupar los altos niveles de adherencia deficiente o no adherencia a un tratamiento. Es importante considerar que los factores que inciden en el fracaso terapéutico asociado a problemas de adherencia no tienen que ver exclusivamente con el comportamiento del paciente y sus decisiones. Por el contrario, suele tratarse de una combinación de elementos, aunque desde luego hay determinantes sociales que afectan este comportamiento.
La buena noticia es que la evidencia acumulada tiene importantes implicaciones para la práctica clínica. Una de ellas es que los proveedores de servicios de salud, especialmente en la atención primaria, están en una posición privilegiada para realizar intervenciones de promoción de la adhesión al tratamiento. Por ejemplo, desde la adopción del modelo de cuidados crónicos, muchos sistemas de salud han destacado conceptos como activación de los pacientes y automanejo, en referencia a aquellas prácticas cotidianas que las personas deben llevar a cabo para lograr una administración eficaz de su salud, en particular cuando se trata de condiciones de larga duración.
El rol de los equipos de salud
¿Qué pueden hacer los prestadores sanitarios en la atención primaria para aportar a la activación de los pacientes y contribuir al desarrollo de competencias para un automanejo eficaz? Probablemente esto dependerá de las características del sistema sanitario, los modelos de atención, los protocolos dispuestos para el abordaje de condiciones crónicas y, en definitiva, de las condiciones existentes para construir una relación con los pacientes.
Sin embargo, la expectativa sobre lo que pueden hacer es alta: aprovechar cada contacto con la población, para pesquisa oportuna, control, compensación de las patologías y seguimiento. Desde el punto de vista estrictamente clínico, los equipos de salud tienen a disposición un arsenal de conocimiento suficiente como para diagnosticar, prescribir y controlar. Desde el punto de vista práctico, la herramienta privilegiada para apalancar estos recursos y aportar a la activación y el automanejo es la conversación.
Hablar de salud…
… implica complejidades que a veces son subestimadas. No se trata solo de educar a las personas sobre la naturaleza de una enfermedad y el reconocimiento y manejo de síntomas. Se trata de generar conversaciones útiles que aporten el conocimiento adecuado y ayuden a desarrollar habilidades y mayor confianza en las propias capacidades de las personas para manejar eficazmente una enfermedad.
La entrevista motivacional debe permitir que el paciente identifique sus comportamientos de riesgo, como el sedentarismo, el consumo de alcohol y tabaco, la alimentación desbalanceada y la falta de sistematicidad en el seguimiento de los tratamientos. Y, además, debe ayudar a las personas a comprometerse con el manejo de su salud, proponerse metas terapéuticas razonables y desarrollar la convicción de que son capaces de alcanzarlas.
Del lado de los médicos, debe generar el compromiso de acompañar a los pacientes en el a veces complejo proceso de transformarse en un paciente competente. Por lo tanto, no se trata de una conversación cualquiera. Si bien existe importante evidencia de que este tipo de intervenciones pueden ser muy eficaces en alcanzar el cumplimiento de las metas terapéuticas y lograr mejoras objetivas en el estatus de salud de las personas, también es cierto que quienes lleven a cabo estas acciones deben recibir el entrenamiento adecuado.
Una buena comunicación en salud deberá:
- Entregar información clara y útil
- Conectar los mensajes con la experiencia específica del paciente
- Proponer recomendaciones que están a su alcance
- Ser suficientemente persuasiva como para desalentar conductas de riesgo y estimular la adhesión y compromiso del paciente con su propio cuidado
¿Sabes realmente conversar sobre salud? ¿Cuánto invierten los sistemas de salud en la formación de competencias de sus equipos relacionadas con el difícil arte de la conversación? Comparte tus opiniones mencionando a @BIDgente en Twitter.
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