La teoría económica es bastante clara sobre cómo enfrentar las consecuencias de una crisis. Una intervención estatal es necesaria para favorecer el gasto de empresas y hogares, crear actividad económica para las empresas, lo que crea más oportunidades laborales y a su vez mejora el poder adquisitivo de los hogares, permitiendo más gastos. Y así sucesivamente. Un círculo virtuoso de crecimiento que puede acelerarse si va de la mano con la inclusión de grupos vulnerables que enfrentan barreras para insertarse en el mercado laboral, como es la comunidad LGBTQ+.
Cuando hablamos de la comunidad LGBTQ+, nos referimos a todas las personas con identidad de género y/o orientación sexual que no forman parte del entendimiento tradicional de hombres y mujeres. Este acrónimo, que busca ser lo más inclusivo posible, se refiere a lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y al resto de las personas en el universo de combinaciones de identidades de género y de orientación sexual que no se identifican como cisgénero[1] y/o heterosexuales. ¿Qué pasa cuando una persona LGBTQ+ quiere encontrar trabajo? ¿Cómo es la realidad de la comunidad LGBTQ+ en América Latina y el Caribe?
Discriminación y violencia hacia la población LGBTQ+
La comunidad LGBTQ+ tiene dificultades al momento de insertarse en el mercado laboral. Encuestas e informes de derechos humanos notan que estas personas enfrentan discriminación durante su educación, sea por parte de los profesores o de los otros estudiantes. Esto impide que desarrollen su potencial educativo, impactando sus oportunidades laborales. Ya en el mercado de trabajo, las personas LGBTQ+ reciben las reacciones más negativas por parte de reclutadores, especialmente cuando estos son hombres heterosexuales. También ganan menos y tienen mayor probabilidad de estar acosadas o recibir tratamiento injusto en su lugar de trabajo. Como resultado, no es de extrañar que tengan menores niveles de satisfacción laboral (algo que mejora notablemente cuando las empresas permiten que sus empleados sean más abiertos sobre su orientación sexual).
Las personas LGBTQ+ enfrentan discriminación durante su educación, impactando sus oportunidades laborales.
En América Latina y el Caribe, las tasas de discriminación y violencia hacia la población LGBTQ+ son muy altas. En México, por ejemplo, una encuesta realizada en 2017 mostró que el 30% de la población no heterosexual había experimentado discriminación en los últimos 12 meses y 40% había experimentado la negación de sus derechos en los últimos cinco años. Además, la gran mayoría de los encuestados opinaban que los derechos de las personas trans, gays o lesbianas se respetaban poco o nada. En el caso de Colombia, en 2017 los ataques por motivos de identidad de género u orientación sexual se multiplicaron por tres, y en Brasil una persona LGBTQ+ era asesinada cada 19 horas. En Paraguay, por otra parte, se condenó al autor del asesinato de una persona trans en 2019, por la primera vez en su historia.
Inclusión para potenciar el crecimiento económico
Cuando la comunidad LGBTQ+ no puede tener una participación igualitaria en la sociedad, existen consecuencias negativas sobre el nivel de desarrollo económico de los países. Las barreras que enfrentan estas personas representan tiempo laboral perdido, productividad perdida, subinversión en capital humano y asignación ineficiente de recursos humanos (en Indonesia, por ejemplo, se estima que la discriminación contra la comunidad LGBTQ+ representa pérdidas de entre cientos de millones y billones de dólares americanos). El crecimiento económico y la mejor inclusión de la población LGBTQ+ en la sociedad se refuerzan entre ellos, y discriminar a estas personas limita el potencial de productividad de una población activa. Además, las políticas corporativas de soporte a la comunidad LGBTQ+ se asocian con mayor rentabilidad, productividad y valor para las empresas.
Las barreras que enfrentan estas personas representan tiempo laboral perdido, productividad perdida, subinversión en capital humano y asignación ineficiente de recursos humanos.
Entonces, poner la inclusión de la comunidad LGBTQ+ como una meta primaria podría no solo mejorar las condiciones de vida de estas personas sino la de todos los ciudadanos, al aumentar la productividad de los países y su nivel de desarrollo económico. Considerando que la inclusión de personas LGBTQ+ tanto en las empresas como más ampliamente en la economía aporta beneficios económicos de un tamaño imposible de medir, esta inclusión puede transformarse hacia una fuerza de desarrollo sin precedente.
Las personas LGBTQ+ y la recuperación económica
En este Mes del Orgullo LGBTQ+, cuando se ve la bandera del arcoiris (más conocida como la bandera del orgullo LGBTQ+) en todas las empresas más grandes del mundo o cuando los medios de comunicación muestran imágenes de celebración de la comunidad LGBTQ+, se puede ver un paso importante hacia la inclusión igualitaria de la comunidad LGBTQ+. Y es que la cuestión de la inclusión no se define solo en términos de moralidad, sino también en términos económicos. Teniendo en cuenta que muchos avances sociales no se alcanzan si no van de la mano con beneficios económicos, el rol que pueden desempeñar las personas LGBTQ+ en el desarrollo de la región es, entonces, indiscutible. En este ámbito, América Latina y el Caribe tiene un potencial de desarrollo económico inmenso, que se puede liberar usando la inclusión, y así crear una historia orgullosa.
[1] Cuando la expectativa social del género de la persona se alinea con el sexo asignado al nacer. En consecuencia, existen mujeres y hombres cis (CONAPRED, Glosario de la diversidad sexual).
Como parte de su Visión 2025, el BID se compromete a incorporar la perspectiva de género en sus iniciativas y a ser líder en garantizar acceso y oportunidades financieras para todos los grupos marginados.
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