Hace poco más de 30 años, Amilcar Amaya con 13 años de edad, migró junto con su familia de El Salvador, dejando atrás su país natal en medio de una guerra civil que cobró 75.000 vidas y desplazó a una quinta parte de la población del país.
Se establecieron en el Valle de Paz, Belice en 1982, comunidad que se creó para dar refugio a quienes huyeron de la guerra civil salvadoreña, así como también a otros inmigrantes provenientes de Guatemala y Honduras. Amilcar, con 16 años de edad, empezó como maestro en la Escuela Primaria Monseñor Romero y desde entonces ha dedicado su vida a apoyar la integración y el aprendizaje de generaciones, pero no sin antes haber vivido en carne propia los desafíos de integración por limitaciones de idioma o los efectos sociales y emocionales producto de la migración.
En los últimos años, historias como las de Amilcar siguen repitiéndose en América Latina y el Caribe (ALC) y si no es por violencia o persecución, la migración de millones de personas ha respondido también a factores económicos, sociales o consecuencia de desastres naturales. Actualmente, como Amilcar, buscan asentarse en distintas comunidades y encontrar oportunidades para mejorar sus vidas.
Muchos países de la región, como Belice, garantizan el derecho a la educación y permiten la matriculación de niños migrantes en sus sistemas educativos sin importar su situación migratoria. Sin embargo, las escuelas enfrentan desafíos administrativos, financieros y pedagógicos que a su vez representan barreras de acceso, aprendizaje e integración para estos estudiantes. Por ejemplo, en Belice y Guyana, cuya lengua oficial es el inglés, han recibido una mayoría de inmigrantes que hablan español o lenguas indígenas.
El estudio del BID en Belice realizado a familias migrantes y no migrantes reveló que una minoría de los niños migrantes habla, lee y escribe inglés, por lo que en general tienen dificultades para aprender y comunicarse con sus compañeros y maestros.
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Näslund-Hadley, A. Elías, E. Café and H. Alonzo. (2020). “Schools at a Crossroads: Integration of Migrant Students in Belize.” Inter-American Development Bank. Descarga el estudio haciendo clic aquí
Figura 1. Menor migrante promedio
Fuente: Näslund-Hadley, A. Elías, E. Café and H. Alonzo. (2020). “Schools at a Crossroads: Integration of Migrant Students in Belize.” Inter-American Development Bank. Descarga el estudio haciendo clic aquí
Los docentes, por su parte, también enfrentan desafíos para integrar a los estudiantes migrantes tanto dentro como fuera de clase. Comúnmente, las escuelas no implementan pruebas diagnósticas para evaluar las competencias lingüísticas o matemáticas de los estudiantes, lo que dificulta la implementación de estrategias de enseñanza de apoyo ó compensatorias. También carecen de habilidades para manejar ambientes de aprendizaje multiculturales por lo que, de manera inconsciente, pueden generar situaciones de exclusión o rechazo.
Figura 2. Necesidades de formación en ambientes multiculturales e integración para docentes y directores
Fuente: Näslund-Hadley, A. Elías, E. Café and H. Alonzo. (2020). “Schools at a Crossroads: Integration of Migrant Students in Belize.” Inter-American Development Bank. Descarga el estudio haciendo clic aquí
Estudiantes migrantes son víctimas de violencia y racismo
De acuerdo con la prueba TERCE de la UNESCO, en Argentina, Chile, Costa Rica, México, Panamá y República Dominica el porcentaje de niños y niñas migrantes que sufren burlas o acoso escolar es mayor que los no migrantes. Estas situaciones que van desde racismo y violencia por diferencias en costumbres sociales y culturales repercuten no solo en la integración de estos menores en sus comunidades, sino también en su motivación y aprendizaje a lo largo de su trayectoria educativa.
Figura 3. Porcentaje de niños que sufren burlas
Fuente: UNESCO 2016.
La educación es un vehículo que contribuye a eliminar fronteras y, en la medida que los países integran adecuadamente a los migrantes, estos se convierten en una fuerza positiva para su desarrollo.
Desde el BID, estamos apoyando a los sistemas educativos de la región como el de Belice y Panamá con fondos de inversión no reembolsables para fortalecer su gestión a través de información y diagnósticos actualizados sobre los desafíos que enfrentan la población migrante y receptora en sus escuelas. Además, estos fondos contribuyen a implementar actividades para eliminar las barreras de acceso, aprendizaje e integración como:
- Capacitación docente en educación bilingüe y multicultural
- Desarrollo de materiales de nivelación
- Implementación de actividades deportivas, artísticas y científicas para desarrollar competencias ciudadanas y socioemocionales
- Realización de campañas y talleres de sensibilización para mejorar el clima escolar;
- Equipamiento a escuelas, maestros y estudiantes con dispositivos electrónicos que les ayuden a continuar en la escuela durante el cierre de escuelas por la pandemia, entre otras.
Estas actividades benefician a cuatro mil estudiantes migrantes.
La educación y la plena integración de los migrantes son algunos de los caminos que desde el BID impulsamos para alcanzar los objetivos de nuestra Visión 2025 y avanzar hacia la recuperación de la región.
¡Danos tu opinión en la sección de comentarios! ¿Qué pueden hacer los sistemas educativos de ALC para integrar a estudiantes migrantes? ¿Qué posibilidades imaginas en tu escuela o sistema educativo?
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