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Ciudades históricamente diversas

Los pueblos indígenas no son extraños en las ciudades, y tampoco las ciudades son un elemento novedoso del siglo XXI para los pueblos originarios. Bogotá, Quito, Panamá, Ciudad de México, Lima, Santiago, Buenos Aires entre otras grandes ciudades de Latinoamérica y el Caribe (ALC) tienen algo en común. Todas ellas emergieron de asentamientos o territorios que originalmente fueron centros urbanos, ceremoniales o administrativos ocupados por los pueblos indígenas. No obstante, a lo largo de la historia las dinámicas sociales han ido expulsando, invisibilizando y excluyendo paulatinamente la presencia de los pueblos indígenas.

Sin embargo, los censos evidencian que más de 28 millones de indígenas viven y trabajan en las ciudades. Esto es más de la mitad de toda la población indígena presente en  América Latina y el Caribe. Además, en las últimas décadas existe un aumento de la migración indígena rural hacia las ciudades. Este es motivado por la búsqueda de mejores oportunidades educativas, laborales y de calidad de vida.

Un diálogo sobre desafíos y soluciones para indígenas urbanos

No obstante, la situación de los pueblos indígenas en las ciudades de nuestra región sigue siendo altamente desigual e inequitativa en varias dimensiones del desarrollo.  El abordaje de las brechas y desafíos que enfrentan los indígenas urbanos es vital para el proceso de construcción de ciudades sostenibles, inclusivas y resilientes.

Con el objetivo de visibilizar y abordar estos desafíos y las potenciales soluciones , el BID lideró el primer Diálogo Regional de Políticas sobre Indígenas en Contextos Urbanos. El diálogo contó con una amplia participación de ministras/os, viceministras/os, alcaldes/as, líderes y autoridades indígenas, representantes de la academia, sociedad civil, ONGs y tomadores de decisión de 13 países. A continuación, presentamos algunos de los temas abordados durante el Diálogo en tres áreas clave: hábitat y vivienda, desarrollo económico e identidad.

1. Acceso y calidad de hábitat y vivienda

Ángela es del pueblo Omasuyo, y es una de los 28 millones de indígenas que han migrado a ciudades.

Los desafíos

Los pueblos indígenas tienen menos probabilidades de acceder a una vivienda en la ciudad. Cuando tienen acceso, las mismas se encuentran en barrios pobres, favelas o asentamientos informales. Además, cuentan con menor acceso a servicios públicos básicos (agua, alcantarillado, saneamiento, electricidad, internet, servicios de salud, etc.). Estos hábitats también se caracterizan por ser lugares expuestos a una alta inseguridad, contaminación ambiental  y vulnerables a desastres naturales. Cerca del 40% de los indígenas residentes de las ciudades viven bajo estas condiciones, casi el doble de la proporción de los habitantes urbanos no-indígenas.

Un estudio de la ONU-Hábitat analiza los procesos históricos, la urbanización y las políticas públicas de vivienda, relacionadas a esta población  en cuatro ciudades de la región Andina (Caracas, Bogotá, Quito y La Paz). El trabajo enfatiza que las comunidades indígenas urbanas son vulnerables a la segregación socioespacial, con impactos diversos en su cultura, patrimonio e interrelación  con sus tierras ancestrales.

Asimismo, pocos países y ciudades de ALC cuentan con políticas públicas que facilitan el acceso a vivienda y hábitat de calidad con enfoque en población indígena. En especial, el acceso al financiamiento para vivienda es particularmente escaso en la mayoría de los países.

Las soluciones

Las políticas de hábitat y vivienda requieren incluir soluciones de acceso al financiamiento para una vivienda digna que sea consistente con el contexto sociocultural de los pueblos indígenas. Algunos países y ciudades han avanzado en esta dirección. Por ejemplo, en el 2016 Colombia estableció como criterio para la focalización para el acceso al subsidio familiar de vivienda en áreas urbanas a los hogares indígenas en situación de vulnerabilidad. El fin de esto fue facilitar el acceso a soluciones habitacionales en condiciones dignas y adecuadas a su cultura, usos y costumbres. También, en el 2020, Ecuador, con apoyo del BID, emitió el primer Bono Social Soberano del mundo, por un total de US$400 millones. Esta iniciativa permite generar acceso a vivienda digna y asequible a más de 24.000 familias ecuatorianas de ingresos medios o bajos, entre los cuales se encuentran los pueblos indígenas.

Una mejora en la calidad de vida de los indígenas urbanos incluye no solamente el acceso a infraestructura de vivienda y servicios básicos de calidad. También debe considerar las adaptaciones socioculturales pertinentes que faciliten el ejercicio de su identidad colectiva y estructura familiar distintivas.

2. Desarrollo económico con identidad                    

Adrían es comerciante, y parte del pueblo Kichwa-Puruwá.

Los desafíos

En las ciudades, los indígenas ocupan mayormente puestos de trabajo de baja calificación y remuneración.  Además, un importante segmento de la población indígena, especialmente mujeres, se encuentran en la informalidad o en el autoempleo con bajos ingresos económicos, incluso antes de la pandemia. En Latinoamérica la tasa de informalidad laboral entre los indígenas de la población económicamente activa es del 86,6%, 31,5 puntos porcentuales mayor que la de las personas no-indígenas (51,1 %). Debido a su informalidad, para los indígenas las probabilidades de acceder a un seguro social, jubilación, de salud y otros beneficios son bajas.

Parte de la explicación de esta exclusión del mercado laboral  tiene que ver con la falta de oportunidades para acceder a una educación formal o capacitación técnica vocacional de calidad. Esto también está fundado en dinámicas de discriminación institucional o prejuicios sobre los indígenas (particularmente sobre su procedencia geográfica, su forma de vestir, hablar u otra forma de expresión identitaria).

Adicionalmente, las mujeres indígenas se encuentran en mayor desventaja debido a la pobreza, discriminación o violencia. Por ejemplo, en Perú las mujeres indígenas ganan entre el 57 y el 70 por ciento de los salarios masculinos indígenas. En contraposición, las mujeres no-indígenas ganan entre el 82 y el 88 por ciento de los salarios masculinos no-indígenas.

Las soluciones

Para mejorar las oportunidades de empleo de calidad de los indígenas urbanos se requiere promover acciones integrales. Primero, desde el sector público, mediante la formulación de políticas para impulsar la formación académica, técnica y vocacional, habilidades blandas (soft-skills), inclusión, incentivos para el sector privado entre otros. Segundo, desde el sector privado, mediante una mejor gestión del talento humano y la diversidad,  a través de herramientas y estrategias que permitan mejor acceder y poner en valor el talento y potencial indígena.

Un caso de éxito es el Modelo Intercultural de Inserción Laboral de Jóvenes Indígenas de El Alto- Bolivia, financiado por el BID Lab. Este se enfoca en la inserción laboral urbana de  jóvenes indígenas migrantes rurales, principalmente aymara. El programa adopta un enfoque integral, trabajando empresas, centros culturales comunitarios  y escuelas vocacionales, para avanzar una capacitación técnica y entrenamiento en habilidades blandas interculturales para mejorar la participación laboral de los jóvenes.

Otra solución es el fortalecimiento de las redes de emprendimiento y negocios indígenas. En particular, la ampliación de las oportunidades de acceso al capital financiero (créditos), asistencia técnica empresarial, acceso a tecnología, capacitación en habilidades de negociación y de articulación con cadenas de valor y mercados.  En general, las redes de emprendimientos indígenas tienen una estructura de gobernanza efectiva que requieren un impulso adicional para despegar y generar varias oportunidades de empleo. La Red Global de Empresarios Indígenas (Guatemala) y la Cámara de Comercio de los Pueblos Indígenas del Perú, son ejemplos de iniciativas de articulación de emprendimientos liderados por indígenas que se basan en sus propios conocimientos tradicionales y realidad local, con amplio potencial de generación de empleos.

3. Revitalización y mantenimiento de la identidad.

Alwa pertenece al pueblo Aymara.

Los desafíos

La discriminación étnico-racial erosiona y desgasta el valor de la identidad cultural. Una respuesta forzada para lograr aceptación en un contexto urbano es abandonar paulatinamente la propia cultura e identidad, una estrategia basada en la asimilación cultural. Por lo tanto, la discriminación es el factor principal que reduce la calidad de vida de los indígenas urbanos en todas sus dimensiones: educativo, laboral, hábitat y vivienda de calidad, de entorno ambiental saludable, entre otros. Consecuentemente, cualquier solución de mejora de la calidad de vida, requiere todo esfuerzo necesario para eliminar todas las formas de discriminación. Paralelamente, es vital abordar el mantenimiento de la identidad cultural como un eje transversal de cualquier política o programa de desarrollo enfocada en pueblos indígenas.

Las soluciones

Para reducir la discriminación y la violencia derivada de relaciones interétnicas asimétricas fundadas en la desigualdad, es importante el establecimiento de políticas integrales. Estas deben reconocer las diferencias y fomenten la convivencia intercultural en las ciudades. Por ejemplo, la Región Metropolitana de Santiago, que acoge a casi 500.000 indígenas del país – un tercio de toda la población indígena de Chile– estableció en el 2017 la Política Regional Indígena Urbana para la Región Metropolitana de Santiago 2017 – 2025.  El objetivo de la política es mejorar la calidad de vida de los indígenas que viven en la ciudad. Además, busca potenciar a mujeres, jóvenes, adultos mayores y niños indígenas desde un enfoque de derechos, estimulando las relaciones interculturales y valorando la identidad. En general, las políticas integrales deben considerar el vínculo inextricable rural-urbano o comunidad-ciudad. También, generar oportunidades de desarrollo tomando en cuenta los distintos contextos de los pueblos indígenas.

Próximos pasos de la agenda

El primer Diálogo Regional de Políticas sobre Indígenas Urbanos permitió identificar que las ciudades de Latinoamérica y el Caribe tienen grandes desafíos para el diseño e implementación de políticas públicas y programas específicos para atender a los indígenas urbanos. Estos tienen una presencia histórica y demográfica en las ciudades es significativa. Existe una necesidad urgente de cerrar estas brechas en varias dimensiones del desarrollo incluyendo hábitat y vivienda, empleo y mantenimiento de la identidad cultural. Otras necesidades incluyen la generación de datos e información local para entender mejor la amplia diversidad cultural de las ciudades. Así, se busca lograr la construcción de ciudades sostenibles e inclusivas de la mano con una plena participación de los indígenas urbanos.

El BID seguirá como aliado clave de nuestros miembros es este proceso, impulsando el desarrollo y la inclusión de los pueblos indígenas como una prioridad de nuestra Visión 2025.

¿Conoces a los pueblos indígenas que viven en tu ciudad? ¿De qué otras formas se puede mejorar la calidad de vida de los indígenas urbanos?  Comparte tus comentarios blog.

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Indígenas urbanos: 3 temas clave para la agenda de las ciudades sostenibles
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