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¿Por qué se declaró un Día Internacional de los Cuidados y Apoyo? 

Todas las personas requieren cuidados y apoyo en algún momento de sus vidas. Según la definición de ONU Mujeres y CEPAL (2020), los cuidados engloban diversas tareas cotidianas que sustentan la vida. Esto incluye el mantenimiento del hogar, el cuidado de los cuerpos, la educación, el manejo de relaciones sociales y el respaldo psicológico a la familia. El 24 de julio de 2023, la Asamblea General de la ONU aprobó la propuesta de 13 países para establecer oficialmente el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, a celebrarse cada 29 de octubre. 

Este hito contribuye a poner fin a la invisibilidad de un trabajo esencial que beneficia a familias, individuos y comunidades. La labor de cuidado desempeña un papel significativo en las economías nacionales, regionales y globales. Se estima que el valor económico de las horas dedicadas al cuidado no remunerado a nivel mundial representa el 9% del Producto Interno Bruto global. Esto es equivalente a 11 billones de dólares estadounidenses al año. En los países de la OCDE, esta proporción asciende al 15% del PIB. La Organización Internacional del Trabajo sugiere que el valor del cuidado representa entre el 10 y el 39% del PIB, dependiendo del país. En México, esta cifra alcanzó el 24.7% del PIB en 2021, con un 18% contribuido por mujeres. 

En la región, se espera un rápido aumento en la demanda de cuidados. Para 2050, estimaciones del BID proyectan que esta demanda alcance los 14 millones de personas cuidadoras remuneradas. Principalmente, se ubicarán en servicios de atención a largo plazo destinados a la población en envejecimiento. 

Retos persistentes en el sector de economía del cuidado 

A pesar de lo anterior, existen retos persistentes para garantizar un acceso a cuidados de calidad con perspectiva de género. 

La sobrecarga de cuidados es un problema de género 

En la región, la carga desigual de las tareas de cuidado ya sea remunerada o no, es un problema de género. Las normas de género son una causa principal que asigna a las niñas y mujeres la responsabilidad de los cuidados. Existe poca evidencia de que estas normas estén cambiando con el tiempo. Aproximadamente, la mitad de las personas que respondieron a la Encuesta Mundial de Valores en 2018 declararon que los niños en edad preescolar sufren cuando sus madres trabajan, con poca o ninguna diferencia entre géneros (BID, 2023). El último informe del Índice de Instituciones Sociales e Igualdad de Género (SIGI), que mide la discriminación contra las mujeres en instituciones sociales, destaca que el 56% de los encuestados estuvo de acuerdo con la afirmación “cuando una mujer trabaja, los hijos sufren”

A la vez, según cifras de uso del tiempo de CEPAL (2021), las mujeres en la región dedican, en promedio, dos tercios de su tiempo al trabajo no remunerado y un tercio al trabajo remunerado, con variaciones entre países. Otros cálculos del BID para Chile, Colombia y Costa Rica muestran que entre 63% y 84% de trabajadores no remunerados que brindan cuidados de largo plazo a sus familiares son mujeres. Su labor representa entre 72% y 88% de las horas dedicadas al cuidado familiar de largo plazo. 

El caso de los cuidados en México 

México destaca como un caso que evidencia las persistentes brechas de género, especialmente agravadas por la sobrecarga en las tareas de cuidado. Según los datos de la reciente Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) 2022, de la población de 15 años y más, 31.7 millones (32%) proporcionaron cuidados en el país. De este grupo, el 75.1% eran mujeres y el 24.9%, hombres. Además, en términos de horas semanales dedicadas a las labores de cuidado, las mujeres promediaron 37.9 horas. Por su parte, los hombres destinaron 25.6 horas en las mismas tareas, marcando una diferencia de más de 12 horas semanales.  

Las disparidades en los indicadores del mercado laboral de las mujeres mexicanas reflejan el impacto negativo de la carga del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, limitando sus oportunidades económicas. En 2022, la tasa de participación laboral de las mujeres fue del 46%. Esta cifra está 5.3 puntos porcentuales por debajo del promedio de América Latina y es 7.2 puntos porcentuales inferior al promedio de la OCDE. 

Gráfico 1. Tasa de participación laboral (%) 2022

Tasa de participación laboral de las mujeres en el año 2022: México 46%, Argentina 51%, Colombia 51%, América Latina y el Caribe 51%, OCDE 53%, Brasil 54%, Perú 66%.Fuente: OIT. Portal ILOSTAT (2023)

Al mismo tiempo, la brecha de género en la participación es de las más altas y persistentes, ubicándose en cerca de 32 puntos porcentuales en 2022. Lo anterior contrasta con los promedios en América Latina de 23 puntos porcentuales y de la OCDE de 16 puntos porcentuales (gráfico 2).  

Gráfico 2. Brecha de participación laboral entre hombres y mujeres (puntos porcentuales) 2022

Brecha laboral entre hombres y mujeres 2022:  Perú 12 puntos porcentuales, OCDE 16 puntos porcentuales, Argentina 19 puntos porcentuales, Brasil 20 puntos porcentuales, América Latina y el Caribe 23 puntos porcentuales, Colombia 25 puntos porcentuales, México 32 puntos porcentualesFuente: OIT. Portal ILOSTAT (2023)

¿Por qué importa el trabajo de cuidado no remunerado?

El tiempo que las mujeres invierten en tareas domésticas y de cuidado no remunerado influye directamente en el tiempo que pueden dedicar a trabajos remunerados. La ENASIC 2022 realizó un análisis de las mujeres no económicamente activas que brindan cuidados. De ellas, 39.7% expresó que “desearía trabajar por un ingreso” y 26.5 % señaló que “no podía ingresar a trabajar”. El motivo principal para no trabajar, aunque lo deseara, fue que “no tiene quien cuide a sus hijas e hijos” con 68.4% o “no tiene quien le cuide a las personas adultas mayores o enfermas”, con 78.4%. Otras afectaciones documentadas son en la salud y bienestar de las mujeres cuidadoras. En el caso de México, el 35.4% de las mujeres que proveen cuidados afirmó que por esa razón “sintió cansancio” o “disminuyó su tiempo de sueño”. Más aún, el 16.3% respondió que “sintió depresión” y 12.7% “vio afectada su salud física”

Escasez de oportunidades remuneradas y cuando las hay, son precarias

A pesar de su contribución a la economía, la provisión del cuidado remunerado en la región es aún limitada. Incluso cuando se remunera, tradicionalmente ofrece salarios bajos, a menudo dentro de la economía informal y con pocas protecciones y condiciones laborales precarias. Los trabajos en la economía del cuidado tienen un estatus, salario y beneficios más bajos que otros tipos de trabajo.  

Una publicación reciente del Banco estimó el número de cuidadores remunerados para 17 países en la región. Se destaca que el 95% de personas cuidadoras remuneradas son mujeres y que hay aproximadamente 8.9 millones de cuidadores pagados en la región. De los anteriores, 5.8 millones cuidan a niños y niñas, y 3.1 millones atienden a personas mayores y personas con discapacidad. Sin embargo, sólo 27% de las personas cuidadoras remuneradas están formalmente empleadas, cuando la tasa promedio de empleo formal es alrededor de 43%. Además, los cuidadores remunerados ganan por debajo del salario mínimo, promediando los 249 dólares americanos por mes.  

Oportunidad para transformar esta realidad  

La sobrecarga de cuidados en las mujeres perpetúa las desigualdades de género en la región, crean barreras para el empoderamiento económico de las mujeres y reducen su potencial para seguir una carrera profesional. A través de las iniciativas apoyadas por el Banco se ha aprendido que las cuestiones vinculadas a la provisión de cuidados deben ser abordadas con una perspectiva sistémica. Esto implica considerar las necesidades tanto de la persona receptora como de la proveedora de cuidados. Desde esta mirada, se incluyen aspectos como la gobernanza institucional, la financiación, la calidad y las normas, los derechos, el seguimiento y la evaluación, así como los recursos humanos. 

Existen oportunidades para promover la igualdad de género en la región a partir del diseño e inversión de Sistemas Integrales de Cuidados como pilar de la protección social. Abajo, listamos algunas: 

  • Sistema Integral de Cuidados. Un Sistema Integral de Cuidados puede definirse como el conjunto de políticas encaminadas a concretar una nueva organización social de los cuidados con la finalidad de cuidar, asistir y apoyar a las personas que lo requieren, así como reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados -que hoy realizan mayoritariamente las mujeres, desde una perspectiva de derechos humanos, de género, interseccional e intercultural. Además, dado el nivel de trabajo informal en la región, el acceso a algunos servicios y prestaciones debería desvincularse del trabajo formal.  
  • Formalización del trabajo de cuidado. La demanda creciente de trabajos del cuidado, particularmente de los servicios de larga duración, tiene el potencial de incrementar las tasas de empleo formal de los profesionales en el sector y mejorar sus condiciones de trabajo. Se puede mejorar la calidad del cuidado reconociendo que el cuidado es una profesión, desarrollando un currículo, alentando la capacitación y consolidando sistemas de protección social.  

Aún queda mucho por hacer para alcanzar una verdadera equidad en la distribución del tiempo y las responsabilidades de cuidados en el hogar.

Y tú, ¿qué políticas u acciones consideras prioritarias para responder a las demandas y necesidades crecientes de cuidados? 

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Cuidados y apoyo: retos persistentes en la región
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