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La crisis sanitaria resultado de la pandemia de COVID-19 ha acentuado una gran desigualdad dentro de los hogares. Las mujeres invierten significativamente más tiempo en actividades de cuidado que los hombres, y esto se evidencia especialmente en el cuidado de los niños. Sin embargo, la disparidad en la división de las tareas domésticas ya era sustancial incluso antes de la pandemia. La realidad es que las mujeres han dedicado más tiempo a las actividades domésticas que los hombres desde hace mucho.

Distribución del cuidado en Brasil

Los datos de la encuesta de hogares en Brasil revelan que en 2019, las mujeres dedicaron casi el doble de tiempo que los hombres a las tareas domésticas. Mientras que los hombres promediaron 11 horas por semana, las mujeres dedicaron 21 horas por semana a las actividades de cuidado del hogar y la familia. Esto equivale a casi 68 días laborables adicionales al año, considerando una jornada laboral de 8 horas.

Este patrón se manifiesta en la infancia y se vuelve más pronunciado durante la adolescencia. Hasta los 10 años, estas diferencias son modestas, con las niñas dedicando aproximadamente 1 hora más que los niños a las tareas domésticas (5.5 horas frente a 4.5 horas). Sin embargo, estas diferencias aumentan significativamente a medida que los niños ingresan a la adolescencia. A los 14 años, esta diferencia aumenta a 3.6 horas por semana, y a los 18, alcanza las 6.5 horas por semana.

Los datos son de la PNAD Contínua, 2019. La línea sólida representa las horas promedio trabajadas por las niñas entre 5 y 18 años, y la línea discontinua representa las horas promedio trabajadas por los niños en el mismo rango de edad. A los 18 años, las niñas realizan casi el doble de trabajo doméstico que los niños.

Estas diferencias eran aún más significativas en el pasado. En las últimas dos décadas, tanto los niños como las niñas han reducido sustancialmente el tiempo dedicado a las actividades domésticas. En 2001, los niños de 5 a 18 años trabajaban 5.5 horas más que en 2019. El tiempo promedio dedicado a las actividades domésticas disminuyó en casi un 40% para las niñas de 5 a 18 años durante este período, pasando de 16 horas por semana a 10 horas por semana. El tiempo que los niños dedicaban a estas actividades disminuyó poco más del 20%, de 9 a 7 horas por semana. En consecuencia, la brecha entre niños y niñas disminuyó de más de 7 horas a 3 horas de trabajo doméstico por semana.

La disparidad en las horas dedicadas al cuidado del hogar y la familia es aún más pronunciada para las familias de bajos ingresos. Por ejemplo, en promedio, las niñas de 5 a 18 años en hogares con un ingreso per cápita de hasta la mitad del salario mínimo trabajaban 11 horas a la semana en tareas domésticas. Los niños de la misma edad trabajaban un promedio de 7 horas a la semana. En cambio, tanto las niñas como los niños en familias con un ingreso per cápita de más de 2 salarios mínimos pasaban alrededor de 5 horas a la semana en actividades domésticas, siendo la diferencia entre ellos insignificante.

El impacto de las normas de género en la división de las tareas de cuidado

La diferencia de género en las tareas domésticas, incluso entre niños, es un fenómeno global. Un estudio de 2018 con niños de 12 años en 16 países encontró que, en todos ellos, las niñas pasan más tiempo en tareas domésticas que los niños. UNICEF también señala que las niñas dedican un 40% más de su tiempo a actividades domésticas como cocinar, limpiar y cuidar de los familiares que los niños de la misma edad.

Aunque algunos estudios sugieren que involucrar a los niños en actividades domésticas puede ayudar a desarrollar responsabilidad y autoconfianza, sobrecargar a un niño con tareas hasta el punto de que trabaje un número significativo de horas al día puede afectar negativamente su educación, ya que tendrán menos tiempo para estudiar. Los resultados de un estudio de la Partnership for Economic Policy (PEP) indican que el trabajo doméstico, a menudo excluido de las estadísticas sociales y no considerado perjudicial, afecta negativamente los resultados educativos en la infancia.

Es crucial destacar que las normas de género derivadas de la desproporcionada división del trabajo doméstico entre niños y niñas desde la infancia pueden tener consecuencias a largo plazo. Asumir más responsabilidades en el hogar es una de las principales razones por las cuales las mujeres ganan menos que los hombres y enfrentan obstáculos en sus carreras. Además, la evidencia también muestra que los hijos varones de madres que trabajan dedican más tiempo a las responsabilidades de cuidado en la adultez.

La división del trabajo entre padres, especialmente si los padres participan en tareas domésticas, predice las actitudes de los jóvenes adultos con respecto a la asignación de tareas domésticas. Esto subraya que lograr la igualdad de género en el mercado laboral requiere que la sociedad no solo prepare a las niñas para el trabajo remunerado, sino también que enseñe a los niños sobre el trabajo no remunerado. Cambiar la desproporcionada división del trabajo doméstico entre niños y niñas es un paso crucial hacia este objetivo.

¿Cómo podemos transformar las normas de género?

Cambiar las normas de género relacionadas con la división del trabajo en el hogar requiere un enfoque integral que involucre políticas, prácticas y conciencia social. Algunos ejemplos de las políticas y estrategias que se pueden implementar incluyen:

  1. Educación con enfoque de Género en Escuelas: Introducir programas educativos que aborden los estereotipos de género desde temprana edad, promoviendo la igualdad y deconstruyendo roles tradicionalmente asignados para niños y niñas.
  2. Licencia Parental Remunerada: Implementar políticas que ofrezcan licencia parental remunerada tanto para hombres como para mujeres, fomentando una distribución más equitativa de las responsabilidades de cuidado entre padres y madres.
  3. Campañas de Concienciación: Realizar campañas de concienciación para desafiar los estereotipos de género y promover modelos positivos de igualdad en el hogar, destacando historias de éxito de parejas que comparten igualmente las responsabilidades.
  4. Acceso a Servicios de Cuidado Infantil: Brindar servicios de cuidado infantil asequibles y de calidad para permitir que ambos padres equilibren sus carreras con las responsabilidades familiares, incluyendo consideraciones de tiempo flexible para satisfacer las necesidades de los padres relacionadas con su ocupación.
  5. Políticas Corporativas Inclusivas: Fomentar que las empresas adopten políticas que respalden la igualdad de género, como licencia parental, programas de asistencia para el cuidado infantil y la promoción de entornos laborales inclusivos.
  6. Empoderamiento Económico: Desarrollar programas que promuevan el empoderamiento económico de las mujeres, incluyendo capacitación profesional y oportunidades laborales que desafíen los roles de género tradicionales.
  7. Legislación contra la Discriminación de Género e Igualdad Salarial: Fortalecer y hacer cumplir leyes que protejan contra la discriminación de género, tanto en el lugar de trabajo como en otros aspectos de la vida, garantizando que hombres y mujeres sean tratados de manera justa y equitativa. Implementar políticas y prácticas que aseguren la igualdad salarial entre hombres y mujeres, reduciendo las disparidades económicas que pueden afectar la división de responsabilidades en el hogar.

Estas políticas son ejemplos de iniciativas que pueden contribuir significativamente a cambiar las normas de género relacionadas con la división del trabajo en el hogar. En conclusión, aún hay varias formas de explorar en el camino hacia la promoción de una distribución más igualitaria de responsabilidades entre hombres y mujeres.

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Las niñas cocinan, los niños juegan: cómo se determina la desigualdad de responsabilidades de cuidados desde la infancia
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