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Durante este Mes de la Mujer, hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre la realidad de la falta de representación femenina en puestos de poder. Los datos muestran que una de las mayores brechas en representación se encuentra en la cúspide de las organizaciones: la presencia de mujeres disminuye a medida que aumenta la jerarquía de los cargos. Esta falta de paridad en el liderazgo, ya sea en organizaciones públicas o privadas, no refleja la población a la que sirven los gobiernos ni a los clientes a los que las empresas aspiran a atraer.

Al escribir este blog, tuve el privilegio de obtener ideas de algunas mujeres admirables que conozco y que han triunfado en sectores dominados por hombres. Les pregunté: ¿qué estrategias implementarían si estuvieran en puestos de liderazgo en sus organizaciones o comunidades?

Esto es lo que me dijeron:

Ana Inés, ingeniera química:

“De todas las entrevistas de trabajo que tuve en mi vida, solo una vez no me preguntaron si planeaba tener hijos. La primera vez que me lo preguntaron, no supe qué decir. Básicamente, tienes que mentir, decir que no quieres tener hijos. De lo contrario, corres el riesgo de ser eliminada del proceso. (…) Noté que esta pregunta siempre la hace la persona que toma la decisión final. Si estuviera en el otro lado entrevistando candidatos, cambiaría eso”.

Julieta, ingeniera ambiental:

“Promovería condiciones iguales. Es esencial que los hombres tengan el mismo permiso de paternidad que las mujeres, el mismo número de días. También ofrecería capacitación y oportunidades de crecimiento personal. Una vez al año, podríamos tener cursos o capacitaciones opcionales que los trabajadores podrían tomar”.

Carmen, banquera:

“Me gustaría impulsar ideas creativas que promuevan el cuidado de nuestra ciudad y sus espacios verdes. Una idea que tengo, si fuera la alcaldesa, es organizar un concurso cada año para el mejor huerto o jardín. El que obtenga más votos gana, y el premio se destinará a una institución social local diferente cada año”.

Lo que dicen los datos sobre el liderazgo femenino

Estas afirmaciones muestran las perspectivas diferentes que pueden aportar las mujeres. Ahora, agreguemos un contexto cuantitativo. Un estudio del BID muestra que incluso cuando las mujeres representan el 52% de la fuerza laboral en la administración pública, solo el 25% de los ministros en América Latina y el Caribe son mujeres, y alrededor del 30% de los escaños en los parlamentos nacionales de la región están ocupados por mujeres.

Estos números son aún más desalentadores para el sector privado. Datos señalan que en los rangos más altos de las empresas cotizadas —directores ejecutivos (CEO) y miembros del consejo de administración—, las mujeres están dramáticamente subrepresentadas, representando solo el 10 % en los consejos y el 6 % de los CEOs.

¿De qué nos perdemos cuando las mujeres no están representadas en el liderazgo de las organizaciones?

El liderazgo femenino impulsa el crecimiento económico. La participación de las mujeres en el mercado laboral genera mayores tasas de crecimiento y reduce la pobreza. Las estimaciones para la región proyectan un crecimiento de hasta el 6% del PIB per cápita resultado de políticas modestas que promueven la participación laboral femenina, como la expansión de servicios de cuidado de calidad. Además, el número de mujeres en posiciones de toma de decisiones públicas se ha relacionado con el crecimiento económico.

Por ejemplo, la evidencia relaciona la sólida recuperación y desarrollo de Rwanda después del genocidio con la alta representación de las mujeres en el Parlamento. En parte debido a las cuotas de género, las mujeres en Rwanda ocupan más del 60% de los escaños en la cámara baja, y esto ha resultado en mejoras significativas en la atención médica, la educación y las políticas económicas que favorecen la igualdad de género. Los países nórdicos también ofrecen ejemplos de los efectos de la paridad de género en el PIB y el bienestar. Las líderes femeninas también demostraron tener una buena respuesta a la pandemia de COVID-19. Una investigación de Brasil, por ejemplo, identificó que las localidades con alcaldesas experimentaron menos muertes per cápita que aquellas lideradas por hombres.

En el sector privado, la evidencia apunta a una relación entre la representación de mujeres en los consejos de administración y el rendimiento de las empresas. Un estudio que analiza más de 1,000 empresas que cotizan en bolsa en 12 países muestra que las empresas dentro del cuartil superior de presencia femenina a nivel ejecutivo tenían más probabilidades de superar a sus pares en beneficios (en un 21%) y creación de valor a largo plazo (en un 27%).

¿Puede la incorporación de líderes femeninas producir mejores resultados?

Un estudio en Turquía que analizó a 2,000 profesionales que trabajan en corporaciones encuentra que las líderes femeninas tienen más empatía, son menos propensas a buscar riesgos y son menos competitivas que sus colegas masculinos. Además, una investigación de Brasil señala que las mujeres en posiciones de poder también son menos propensas a participar en la corrupción.

La representación femenina en el sector público se traduce en un mayor gasto social en educación, salud, cuidado infantil y protección ambiental.

Nuevas perspectivas, nuevos resultados

Los testimonios que compartí reflejan un panorama más amplio: las mujeres pueden ofrecer cambios de perspectiva, aportar nuevas habilidades a los equipos y construir liderazgos más efectivos. Las llamadas habilidades “blandas”, junto con diversas experiencias de vida y perspectivas, se traducen en mejores resultados para todos. Cuando las mujeres ocupan puestos de liderazgo, las políticas se vuelven mejores para responder a necesidades antes no vistas, y todos se benefician.

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¿Qué pasaría si las mujeres ocuparan más puestos de liderazgo?
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