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El pasado año el BID acogió la proyección y el panel de discusión del documental Madame Presidenta: Why not US?, que reflexiona sobre qué haría falta para elegir a una Presidenta en los EE.UU. como hizo Brasil en 2010. Datos recientes sobre las elecciones brasileñas de 2014 sugieren otra pregunta: ¿es Brasil el ejemplo a seguir cuando se trata de género, raza y política?

Según la Unión Interparlamentaria, Brasil es el segundo país con menos mujeres en el Congreso de toda América Latina y el Caribe, sólo por delante de Haití. Mientras que el promedio regional de diputadas es del 27,2% y de senadoras del 24,7%, en Brasil las mujeres ocupan el 9,9% de los escaños en la cámara de diputados y el 13,6% del Senado. Las afrodescendientes siguen muy subrepresentadas en ambas esferas, ocupando sólo el 3,7% de los escaños del Senado (3 de 81) y el 1,9% % (10 de 513) de la Cámara de Diputados a pesar de ser el 26,6% de la población. Más aún, no existen indígenas (ni hombres ni mujeres) o mujeres asiáticas en esas esferas.

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La falta de financiación ha sido identificada como uno de los mayores retos para la entrada de las mujeres y los grupos étnicos en la política. El dinero importa, pero nuevos datos del Tribunal Superior Electoral de Brasil sobre las elecciones de 2014 sugieren que el dinero gastado en la campaña puede no jugar un papel tan influyente en el resultado electoral de los grupos subrepresentados.

El primer hallazgo es que a los hombres en general, independientemente de la financiación, les va mejor que a las mujeres. Hay una mínima diferencia entre lo gastado en promedio por ambos, pero existen grandes disparidades en las tasas de éxito para todos los grupos raciales. Las candidatas a la Cámara de Diputados gastan en promedio US$1,33 millones y los candidatos US$1,37, una diferencia estadísticamente no significativa. Por otro lado, sólo el 3% de candidatas fueron elegidas frente al 10,5% de los candidatos.

La mayor brecha se da entre hombres y mujeres de ascendencia africana. Las candidatas afrodescendientes  gastaron US$1,21 millones y sólo el 1,3% resultaron elegidas, mientras que los candidatos afrodescendientes gastaron algo menos aunque estadísticamente no significativo (un promedio de US$1,20 millones) y tuvieron una tasa de éxito cuatro veces mayor (5,5%). Los candidatos varones blancos tuvieron la tasa de éxito más alta de todos los grupos, un 13,9%, aunque sus fondos eran sólo un poco mayores aunque estadísticamente significativos que los de las candidatas blancas (US$1,48 y US$1,43 respectivamente). Sólo el 4,1% de las candidatas blancas a la Cámara de Diputados fueron elegidas.

En general, las tasas de éxito de candidatos para las elecciones 2014 de Brasil son significativamente más bajas que el promedio regional del 24% para los hombres y 15% para las mujeres.

La financiación no es el único factor

El segundo hallazgo es que los asiáticos tuvieron el peor resultado. Con la mayor cantidad de dinero gastado per cápita que cualquier grupo, lograron sólo dos escaños ocupados por hombres en asambleas estatales. Los candidatos y candidatas de origen asiático a la Cámara de Diputados gastaron un promedio de US$1,7 millones.

El tercer hallazgo es que los candidatos indígenas están terriblemente subfinanciados, gastando la menor cantidad per cápita de todos los grupos. Es más, mientras que las candidatas indígenas gastaron más dinero per cápita (US$0,97 millones) que los hombres (US$0,38), ninguno logró un escaño en la Cámara de Diputados.

Aunque los datos muestran claramente que las mujeres siguen de cerca a los hombres cuando se trata de gastos de campaña, la financiación no es el único factor que influye en el éxito del electoral. Steve Levitt, en su estudio sobre repetidos intentos de reelección de los mismos candidatos al Congreso a lo largo del tiempo, señala que cambios marginales en los gastos de campaña producen cambios insignificantes en el resultado electoral cuando otros aspectos se mantienen constantes.

Esto refuerza la idea de que otros factores también juegan un papel importante para determinar el éxito de un candidato, entre ellos la presencia de titulares en ejercicio que se candidatean nuevamente,  la implementación de cuotas, el apoyo del partido, el acceso a redes de contactos con dinero, la formación de los candidatos y su equipo o la cobertura de los medios de comunicación. Y esto es especialmente cierto si se quiere aumentar las tasas de éxito electoral de las candidatas pertenecientes a una etnia, que deben superar la doble barrera del género y la discriminación racial. Se necesitan más estudios experimentales y análisis desagregados por sexo y raza para aislar los efectos de dinero, el género y la raza en el éxito electoral.

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El efecto de dinero, género y raza en el resultado electoral
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