La semana pasada fue mi cumpleaños y con él, además de las celebraciones, vino la reflexión que alguien en la treintena se hace sobre su futuro. Quizá por eso la reciente presentación del estudio Panorama de las Pensiones en América Latina y el Caribe me dejó pensando: ¿y cuál es el panorama que afrontamos las mujeres de la región al llegar a la vejez?
Según este trabajo del BID, la OCDE y el Banco Mundial, dado que nuestra esperanza de vida es mayor, las mujeres tendremos en promedio más años de retiro que los hombres. Tras las buenas noticias, las malas: durante esos años recibiremos pensiones en promedio más bajas que ellos y tendremos una mayor probabilidad de experimentar pobreza durante la vejez.
Cuatro razones principales se esconden tras este panorama tan pesimista:
1. América Latina y el Caribe está envejeciendo rápidamente. En 2050 habrá más de 140 millones de personas con 65 años o más, es decir, casi cuatro veces más que ahora. De ellos, entre el 47% y el 60% va a llegar a la edad de retiro sin el ahorro suficiente para garantizar una pensión.
2. Más adultos mayores con menores ahorros implica mayor riesgo de pobreza. Dada la estructura familiar de la región, las familias asumirán la función de “red no oficial de protección social” que apoya a sus adultos mayores. Y sabemos que muchas de estas tareas de cuidado recaen sobre las mujeres, con lo cual es posible que abandonen el mercado de trabajo o sus estudios para cuidar de ellos. En México, por ejemplo, las hijas destinan 22 horas a la semana en promedio a la atención del adulto mayor, en tanto que los hijos destinan 8.
3. Sumado a los cambios demográficos, el mayor desafío que enfrenta hoy la región es la baja cobertura del sistema formal de pensiones (las cifras para Chile, México, Perú y El Salvador así lo demuestran). En el caso de las mujeres, la menor cobertura se asocia con su menor participación en el mercado de trabajo. La tasa promedio de participación laboral en LAC es del 56% para mujeres frente a un 83% para hombres.
Además, las mujeres que trabajan ahorran para sus pensiones de manera menos continua porque interrumpen por periodos su carrera laboral para asumir tareas de crianza, cuidado a terceros y tareas domésticas.
4. Dado que su cobertura es más baja, a día de hoy menos mujeres reciben pensiones (61% frente al 65% de hombres) y entre las que sí reciben, su pensión tiende a ser menor. Si sólo el 48% de las pensiones de los hombres supera la pensión media regional (US$10), para las mujeres este porcentaje es aún menor, del 43%. No siendo suficiente, el 10% de las pensiones que reciben los hombres está por debajo de la línea de pobreza moderada (US$4), en comparación con el 14% de las mujeres.
Angustiante.
¿Qué hacer para mitigar esta situación? Estudios como este y otro anterior publicado por el BID en 2013 reconocen que en la región hay una serie de esfuerzos en marcha que incluyen reformas pensionales ambiciosas (expansión de sistemas pensionales y esquemas alternativos) que toman tiempo para hacer efecto y que políticamente son complicadas de llevar a cabo.
Por ahora, algo es evidente en el caso de las mujeres: la capacidad de ahorro para la vejez es inseparable de su participación en el mercado de trabajo. De hecho, una vez que las mujeres entran en él, el porcentaje de las que contribuyen para su pensión es virtualmente igual al de los hombres (45%). Por eso los esfuerzos deben concentrarse en aumentar la participación laboral femenina y en empleos formales y de calidad, para permitir a las mujeres asegurar un ingreso pensional que las apoye durante su vejez.
¿Y tú, ya has empezado a ahorrar para tu retiro?
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