¿Sabías que incluso una maestra en Indiana puede usar su plan de ahorro para el retiro, conocido en Estados Unidos como el 401k, para ayudar a financiar y resolver algunos de los problemas de desarrollo más apremiantes en América Latina y el Caribe? Tradicionalmente, son los países quienes desarrollan proyectos y políticas públicas para poder cubrir las necesidades básicas de los más pobres de América Latina y el Caribe, financiados con ingresos fiscales y préstamos soberanos de instituciones multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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Inversiones en materia de educación, juventud y empleo representan una señal de cambio en las opciones y tendencias para invertir. ¿Cómo es eso posible? Ben Taylor, vicepresidente sénior de la consultoría estadounidense Callan Associates, habló sobre la evolución de la inversión social y responsable: “El alcance de la inversión ha cambiado, desde la inversión socialmente responsable (SRI, por sus siglas en inglés) a la evaluación ambiental, social y de gobierno (ESG), y ahora también la inversión de impacto”.
Inversiones en materia de educación, juventud y empleo representan una señal de cambio en las opciones y tendencias para invertir.
El Foro para la Inversión Sostenible y Responsable estima que las inversiones sostenibles, responsables y con impacto han crecido catorce veces más desde 1995. Hoy, estas inversiones representan 8.720 millones de dólares, es decir, un 22% de las inversiones que se gestionan por profesionales. Sin embargo, “el desafío es encontrar proyectos con impacto social real, dada la dificultad de evaluar tantos temas”, señala Ben.
Garantizar resultados medibles de los bonos sociales, aquellos que recaudan fondos para proyectos existentes y nuevos con resultados sociales positivos, puede ser una preocupación para los inversionistas. Tal vez esto explique por qué -desde su lanzamiento en 2014- el Bono EYE del BID generó más interés de lo previsto cuando se anunció la primera emisión. El Bono EYE es un vínculo social que financia proyectos en educación, juventud y empleo. “A medida que arrancaba el mercado de bonos verdes, el BID fue pionero en el desarrollo de bonos sociales, dando a los inversionistas la oportunidad de participar en inversiones que apuntan a resultados sociales positivos”, declaró Marilyn Ceci, directora de Green Bonds en J.P. Morgan.
El proyecto para mejorar la calidad de la educación primaria y la gobernanza del sistema educativo en Belice es un buen ejemplo de cómo se aplica el marco general a un proyecto elegible a ser financiado con bonos EYE. Cada uno de los componentes del proyecto va acompañado de una métrica específica rastreada a través de un Informe de Seguimiento de Proyectos disponible (PMR, por sus siglas en inglés). Y, de ser necesario, se realizan correcciones para asegurar que el proyecto está en camino a cumplir con los resultados previstos. Una vez culminado el proyecto, se emite un informe público que detalla si se lograron los objetivos. En este caso, el proyecto también incluirá un ejercicio de control aleatorio para medir el impacto. Con un esquema en pie de este tipo, los inversionistas de Bono EYE pueden estar seguros de que, en un momento dado, pueden averiguar el alcance y ayuda que su dinero logra.
*Este artículo cuenta con la autoría de Paula Castillo Páez, quien tiene una maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Harvard y una licenciatura en Economía de la Universidad de Suffolk. Es consultora del Banco Interamericano de Desarrollo donde ha trabajado temas de estrategia, innovación, y gobierno digital. Previamente, trabajó con organizaciones que se enfocan en innovación tanto en el sector público como en el privado, incluidas ReD Associates y Ashoka.
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