A pesar de lo que nos han dicho, la plata no parece suficiente para explicar la felicidad, o al menos, no basta. Los datos de las Encuestas de Bienestar Global aplicadas por Gallup, permiten clasificar a los países según su prosperidad, definida como la opinión que tienen los habitantes sobre su vida presente y futura, o sea, su satisfacción y expectativas.
Así, los tres primeros lugares en prosperidad los ocupan Dinamarca, Finlandia y Noruega. Entre los más cercanos a los punteros están Costa Rica (6º lugar), Panamá (12), Brasil (13) y México (18).
Como puede verse, varios países en desarrollo están en lugares de avanzada, mientras Estados Unidos ocupa el puesto 14 y los Emiratos Árabes el 20. Sin embargo, alguna relación hay con la economía. Entre los 25 países menos prósperos, 22 son países pobres de África. Haití representa tristemente a nuestro continente en este grupo.
Como muestra la encuesta global de Gallup, los niveles de satisfacción están altamente correlacionados con los ingresos de las personas que responden la encuesta. Lamentablemente no están disponibles los datos de Chile, pero sí los de Estados Unidos, donde a mayor ingreso, mayor nivel de satisfacción:
Si uno mira con más cuidado los datos, podrá notar que la educación juega un papel fundamental en esta ecuación. En primer lugar, porque los ingresos de las personas están fuertemente asociados a sus años de escolaridad. Los datos para Chile no mienten:
Es decir, entre más educada una persona mayores sus ingresos, su nivel de felicidad y expectativa futura. Pero lo más importante es que la educación es un mucho mejor predictor de la felicidad que los ingresos.
Si miramos el siguiente gráfico veremos cómo funciona este de manera maravillosa. Aquí se grafican los 25 países con más y menos “prosperidad”. Chile lo agregamos en color rojo.
En el eje vertical están los resultados del ranking de prosperidad (Chile obtuvo un 41%) y en el eje horizontal, los años de escolaridad promedio de cada país. Puede verse muy claramente que los países con mayores tasas de escolaridad son también los que cuentan con ciudadanos más satisfechos y con mejores expectativas.
Es interesante que Chile sea un país con alta tasa de escolaridad (10,4 años, según la Casen 2009) y sin embargo califica algo bajo en la tasa de felicidad. Tal vez eso lo explique la calidad de nuestra educación, o simplemente que en este rincón alejado del mundo, somos algo pesimistas, pese a todo.
En consecuencia, ya sabe. Si quiere invertir en su felicidad, la de sus hijos y la de su país, volvernos locos por el dinero no es un camino tan seguro, como lo es invertir en una educación de calidad para todos.
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