¿Cómo te imaginas tu escuela ideal? ¿Qué espacios te gustaría que tuviera? Estas fueron las preguntas que un grupo de arquitectos pidieron responder, en forma de dibujos y bocetos, a los estudiantes de la Escuela Aurelia Rojas Burgos en la municipalidad de La Pintana en Santiago de Chile, antes de diseñar y planificar su renovación. ¿Qué pasa cuando se incluye a la comunidad y se toman en cuenta sus necesidades antes de planear la construcción/renovación de espacios escolares?
La localidad de La Pintana se fundó hace 35 años para acoger a personas desplazadas de otras comunas de Santiago. Las precarias condiciones con las que las familias fueron asentadas — tales como la escasez de servicios e infraestructura– trajeron consigo fuertes consecuencias económicas y la prevalencia de un sentimiento de desarraigo entre los habitantes. Actualmente, a pesar de las mejoras en la calidad de vida en el país, el Plan Anual de Desarrollo de la Educación Municipal de 2016, identifica a La Pintana como un área de alta vulnerabilidad. Es en este difícil contexto donde la Escuela Aurelia Rojas Burgos ha hecho una diferencia; poco a poco, la escuela ha dejado de ser un elemento más del paisaje urbano y se ha convertido en un verdadero refugio de esperanza que permite a niños y jóvenes abstraerse de su compleja realidad por unas horas y disfrutar de un espacio seguro para aprender, jugar, compartir y soñar.
Muchos de los dibujos que los arquitectos a cargo recibieron de los estudiantes, reflejaban la ausencia de espacios para jugar, para hacer deporte o para simplemente sentarse a conversar con los compañeros. El reto, sin embargo, no era menor: siendo una escuela de más de 800 estudiantes, no se disponía del terreno suficiente para ampliar las instalaciones. La creatividad de los arquitectos y el diálogo continuo con estudiantes, maestros y padres de familia fueron determinantes para materializar lo que en un principio tan solo eran bocetos.

Se reconstruyeron baños, talleres y aulas que fueron distribuidos en dos niveles, conectados con rampas y escaleras, y ordenados alrededor de una multi-cancha. A su vez, este espacio recreativo fue cubierto para tener un nuevo nivel que brindara un espacio adicional en altura para dar lugar a más actividades al aire libre. El resultado de esta transformación es inspirador: una escuela funcional e inclusiva, con espacios modernos, amplios para desempeñar diversas actividades físicas y sociales, y que al ser concebidos con la visión de la comunidad en mente son más atractivos y motivantes para los alumnos y docentes.

La historia de la Escuela Aurelia Rojas Burgos es una de tantas que merecen atención en la región. Al involucrar e integrar a la comunidad escolar en las fases de diseño, planificación, construcción y uso de infraestructura escolar, los diversos actores que hacen vida en la comunidad se apropian del proyecto, lo usan para el fin que se planeó y crean así un vínculo de cuidado y respeto que se evidencia en el largo plazo sobre el mantenimiento de las instalaciones.
Desde el BID, a través de la iniciativa “Aprendizaje en las Escuelas del Siglo XXI” impulsamos el diálogo entre autoridades de la región para intercambiar e identificar no solo mejores prácticas para la planificación, construcción y mantenimiento de infraestructura escolar, sino también para promover la importancia de socializar los diferentes proyectos y planes con todos los actores que son parte de la comunidad escolar.
Las escuelas deben inspirar e innovar, pero siempre pensando que son de la comunidad y para la comunidad. Te invitamos a conocer más de este proyecto regional visitando nuestro sitio web: http://www.iadb.org/infraestructuraescolar y a unirte a la conversación en Twitter, mencionando a @BIDEducacion y utilizando el hashtag #infraestructuraescolar.
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