¿Cómo ofrecer servicios públicos a quienes más lo necesitan?
Copyright © 2018. Banco Interamericano de Desarrollo. Si deseas republicar el artículo, por favor solicita autorización a [email protected].
Por Julia Johannsen.
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Por Julia Johannsen.
Cuando se habla sobre tecnología para la educación se piensa en tablets, laptops, robots o plataformas interactivas con las que los chicos aprendan mejor o más rápido habilidades nuevas (codificación) o tradicionales (matemáticas). Planteado así, parece inevitable imaginarse que los estudiantes o escuelas de más altos ingresos sean los que más acceso tengan a este tipo de recursos. Pero, ¿qué pasaría si el acceso a la tecnología en los próximos años no sea un privilegio, sino la forma más barata de acceder a servicios educativos?
En cinco años podríamos trasladarnos a la oficina en automóviles sin conductor, pedirle al refrigerador que compre los víveres que le falten y tener robots como mentores en el aula. La tecnología al servicio de los ciudadanos tiene un potencial beneficio social sin precedentes. Sin embargo, el ritmo de los avances tecnológicos contrasta dramáticamente con el de los avances en equidad de género.
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Por Andrea Rolla
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Por Brindis Ochoa, Gabriela Fernandez y Adrienne Cox.
La cuarta revolución industrial (4RI) se caracteriza por la automatización y la robotización de los sistemas en los que vivimos. A través de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, la cadena de bloques (blockchain), el internet de las cosas, la impresión 3D o la bioingeniería, hoy es posible realizar tareas complejas en segundos.
La cuarta revolución industrial (4RI) se caracteriza por la automatización y la robotización de los sistemas en los que vivimos. A través de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, la cadena de bloques (blockchain), el internet de las cosas, la impresión 3D o la bioingeniería, hoy es posible realizar tareas complejas en segundos.
Al final del día, suelo leer con mis hijos adolescentes historietas de Mafalda. Siempre nos sorprende cómo sus mensajes se mantienen vigentes y actualizados. Acostumbramos a reflexionar, identificar el mensaje y averiguar cómo se aplicaría a nuestra vida cotidiana o a relacionarlo con una situación actual. En la viñeta de ayer, Guille, el hermanito de Mafalda, estaba sentado en el suelo llorando porque se le había roto su camión.
Imaginemos que nuestro hijo o hija está por decidir qué profesión estudiar en algún país de América Latina o el Caribe. ¿Le recomendaríamos que se forme para ser maestro? ¿Qué factores consideraríamos? Por supuesto, quisiéramos que nuestro hijo o hija estudie una carrera relacionada a sus preferencias e intereses (y además, sus habilidades), quisiéramos una profesión que le brinde un buen ingreso, que recompense su esfuerzo y que, de alguna forma, sea valorada por la sociedad.
En América Latina y el Caribe hay 117 millones de niños, niñas y adolescentes en edad de estar en la escuela. El drama es que no todos van y muchos de los que sí asisten: no están aprendiendo. Estamos ante una emergencia educativa que nos afecta a todos.
El tiempo se agota para que la sociedad se organice y exija educación de calidad, educación que por diseño contribuya en la solución de los problemas de nuestros países.